Os había sido anunciado. Se terminó la purga de intrascendentes y moribundas bitácoras y empieza la caza mayor, la de los grandes trofeos e imponentes cornamentas, la de los cazaderos hasta el horizonte, inagotables y tan extensos como la propia red de redes. Si os gusta la casquería, esta vez os aseguro que os vais a divertir…
El nuevo Calomarde
Ya no se estudia Historia en los colegios y Universidades, sino sensacionales paridas regionalistas y chicharros infumables para “educar a los ciudadanos” en la aceptación de la mediocridad de ese país esquizofrénico y paleto. Ya no se estudia Historia, pero si se estudiara, todo el mundo convendría que Zapatero es el nuevo
Calomarde.
Este país de chichinabo sólo sabe parir gobernantes faltosos que, o bien se creen infalibles o bien iluminados por la Luz del mundo. Este que nos toca ahora, es de los segundos. Pero si eso fuera todo, me guardaba yo ahora mismo mi estilete en el fajín y me iba directo a rezarle una novena a Santa Rita para que nos lo conservara hasta que, de veras, pasemos a Francia en renta per capita y descorche de espumoso.
Pero no. Es que encima el tío le echa ganas y tiene más moral que el Alcoyano. Así que, directamente salido de una Operación Triunfo, se nos hizo presidente por accidente y hasta renovó por goleada, mientras los españoles miraban al tendido y votaban con el codo, convencidos de que más valía coronar a un mediocre como ellos, que a otro gallego con ínfulas de salvador (que el último se quedó casi demasiado tiempo…).
Y en esto llegó la crisis. Justo cuando mejor pintaba, y tras cuatro años de históricas y muy esperadas reformas (como la prohibición de fumar donde haya un cartel que lo prohíba o que quien quiera fornicar con otro de su mismo sexo y que todo el mundo lo sepa, se pueda inscribir en un registro), justo cuando entrábamos en la “Champions” de los países decentes, y hasta nos habíamos comprado el Mercedes, resulta que se descubre que unos yankees avariciosos han dado unos créditos a unos indigentes para que se compraran su kely y que la pasta, en realidad, la ponía usted, yo, y la vecina antipática que nunca saluda en el ascensor. Todo esto hace que, como por arte de magia, donde antes se vendían diez pisos, ahora ya no pase ni el camión de la basura, y que vaya usted a saber si mañana su empresa ha chapado antes de que llegue usted y se ponga el primer café.
Pero claro, de esto tienen la culpa los yankees y el capullo del bigote de antes. Nuestro admirado profeta sólo ve brotes verdes y finales de túneles, y esto gracias a su plan maestro de levantar las calles de media España y cambiar las losas beige por enlosado malva. ¿Y a qué no saben quién paga otra vez la fiesta? Pues eso.
Los que tiene enfrente no le van a la zaga, no se crean. Por falta de ideas, hasta han esparcido la especie de que el tío es gafe. ¡Pero qué gafe ni qué niño muerto! Si este tío lo que tiene en el culo no es una flor, sino una sucursal entera de Interflora en pleno mes de mayo. Tanto es así, que ha convertido la suerte en su modo de vida, y aprovecha cualquier circunstancia para jugar un decimito y distraer al rebaño electoral. Ahora que si hay que montar una alianza de civilizaciones con salvajes incivilizados, luego que si la Tierra se calienta y en realidad pertenece al viento (ojo, que hay que tener mucha templanza para decir una parida como esa sin descojonarse vivo), ahora que si nos jubilaremos después de muertos, luego que si asume la presidencia europea redentoris causa para enseñar al mundo nuestro modelo de éxito (con un par)… Y de oca a oca, tiro porque me toca.
Pero lo peor de este sujeto no es que sea un incompetente (me juego una ración de chistorra a que el pepero de enfrente no le va a la zaga en eso), ni un pedante irredento, ni un ignorante de lo fundamental. Lo peor es que se han dado cuenta en el mundo de que España es, en definitiva, como él, un país que no se sabe si es de verdad o un reality show, y que nuestro “destino en lo Universal” es hacer una y otra vez, el ridículo más espantoso allá por donde vamos o, citando la expresión castiza, quedar siempre “como
Cagancho en Almagro”.
Vayan, por tanto, seis feos costurones con mala uva, uno por cada año que nos ha hecho perder, y una profecía: no terminarás tu octavo año sentado en la misma silla, oh gran Calomarde. Jack dixit.